Más pseudociencia cortesía del gobierno

Hace algunos meses escribí sobre como el DIF (Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia), organismo dependiente del gobierno -en este caso el del municipio de Navojoa, Sonora-, está asociado con la Iglesia de la Cienciología y su centro de rehabilitación contra las adicciones. (Centro que, desde luego, no cumple -ni en cuanto a estándares ni a metodologías, con los estándares del tratamiento a las adicciones). Hace un par de dias, por medio de el blog ¿Los Niños Indigo? de Argentina, me entero de que el DIF de Veracruz ahora está encargado -por orden del gobernador Fidel Herrera, actuando a su vez bajo órdenes de su esposa- del cuidado de los niños índigo. Los detalles: aparentemente por presión de su esposa (y directora del DIF estatal), el gobernador Herrera puso de su propio dinero (del que se ganó jugando a la lotería) para construir un centro para el cuidado de los niños índigo.

Pero detengámonos un momento para poner muy en claro de que se trata eso de los niños índigo.

El término niño índigo fue acuñado a principios de los 80’s por la psíquica Nancy Anne Tappe, quien clasificaba a las personas de acuerdo al color de su aura. De acuerdo a Tappe, durante la década de 1970 y principios de los 80’s, ella había notado un aumento en el número de nacimiento de niños cuya aura era de color índigo. Tappe atribuyó ciertas cualidades a las personas cuya aura era de este color: una conciencia más evolucionada (lo que sea que eso signifique) y una mayor inteligencia y sensibilidad . . . además de la misión de hacer evolucionar al mundo.

El concepto de los niños índigo fue popularizado en la década de 1990 por Lee Carroll y su esposa Jan Tober, al publicar su libro Los Niños Índigo. El truco fue que Carroll afirmó -o mejor dicho, aún afirma- poder canalizar a Kryon, una especie de entidad angélica/extraterrestre, quien le transmitió todo el conocimiento sobre los niños índigo: que esos niños son en realidad la siguiente etapa en la evolución humana, que tienen habilidades sobrenaturales, y que son una raza superior que está destinada a cambiar el mundo.

Lo de los niños índigo tiene algunas implicaciones preocupantes, como el que muchas madres angustiadas de que sus hijos sean distraídos, indisciplinados, o tengan cualquier tipo de problemática psicológica o simplemente estén pasando por una etapa difícil (¿quién es normal, después de todo?), recurran a supuestos especialistas (del tipo que se anuncian con cartulinas fosforescentes pegadas en postes de luz), que afirman ser expertos en el manejo de niños índigo.

Sin olvidar ese concepto de raza superior que tampoco se oye como el tipo de ideas con las que se debería de educar a un niño.

En fin, eso es precisamente lo que está promoviendo el gobernador de Veracruz.

El problema parece superficial, ya que el gobernador está gastando su propio dinero para promover la charlatanería en su estado. Es más, pasemos por alto el hecho de que eventualmente su premio de la lotería se va a agotar y probablemente tenga que utilizar dinero público para pagar el capricho de su esposa. Aún asi, hay algo que nos dice que hay algo que está muy mal en el estado de Veracruz:

El gobernador Fidel Herrera comisionó a su secretario de educación pública, Victor Arredondo Álvarez, hacer un estudio para determinar cuántos niños índigo hay en Veracruz. Y el secretario no sólo lo hizo, sino que además llegó a la conclusión de que Veracruz es el estado con mayor población de índigos en el país.

Esto implica dos cosas:

  • La secretaría de educación pública del estado de Veracruz utilizó dinero público para, de alguna forma que a un servidor le encantaría conocer, determinar el número de niños índigo en el estado.
  • De alguna forma que también me interesaría conocer, la secretaria tiene acceso a los datos demográficos sobre los niños índigo en las demás entidades de la república. Dado que es muy poco probable que tal información exista, entonces los burócratas a cargo son unos mentirosos patológicos.

Si algún lector veracruzano está leyendo le pregunto: ¿ya pagó sus impuestos?

No soy nuevo en esto. Llevo algún tiempo siendo consciente de la cantidad de patrañas -y de proveedores de patrañas- que circulan en nuestra sociedad, y del daño que pueden hacer. Pero el hecho de que el ignorante gobernador de un estado con más de siete millones de habitantes, sólo para complacer el capricho de su ignorante esposa pueda utilizar recursos públicos -dinero quitado a gente que si hace cosas productivas- para promover una doctrina supersticiosa, racista y dañina, en un estado con un enorme atraso educativo no puede definirse de otra forma que criminal.

Y el hecho de que pase completamente desapercibido es aún peor.

Humo, libertad y responsabilidad

Una de las ironías más grandes de la historia es que el Reino Unido y Estados Unidos, habiendo sido los lugares de origen de los ideales de la libertad individual, poco a poco se hayan convertido en ejemplos perfectos de lo que sucede cuando al estado se le ocurre que es su deber ocuparse de cualquier cosa que pueda afectar la vida de cada ciudadano. No es coincidencia que en los paises anglosajones se haya acuñado el término nanny state, el estado niñera, para describir a los gobiernos que cuidan lo que los individuos beben, comen, inhalan, ven en televisión o con quién se meten en la cama. La del Reino Unido es la una de las sociedades más vigiladas de la Tierra, y recientemente, en el estado de Mississipi se propuso una ley para prohibir a las personas obesas comer en establecimientos de comida rápida.

Habiendo teniendo más de dos siglos para copiarles lo bueno a esos países, comenzamos el siglo XXI copiándoles todo lo malo. Desde nuestro punto de vista es un poco difícil de creer, pero el aumento en el tamaño y poder del estado es precisamente lo que le está generando problemas a los países que percibimos como progres.

¿Y qué es la última moda que le hemos copiado a los países progres y políticamente correctos? El de la legislación antitabaco.

Primero abordemos el aspecto más mundano del problema: a los ciudadanos del D.F. Se les va a aplicar una legislación local y una federal, conflictivas en muchos aspectos. Y un ciudadano confundido sobre a que ley se debe sujetar es un blanco perfecto para cualquier extorsionador en uniforme. Por otro lado, en un momento se habia dicho que los establecimientos comerciales podían separar físicamente las áreas de fumadores y de no fumadores. Algunos establecimientos habían comenzado a hacerlo, cuando los burócratas y políticos a cargo cambiaron de opinión, y dijeron que siempre no, que todos los establecimientos deben de ser libres de humo. ¿Quién va a pagar lo que invirtieron los empresarios que habían decidido separar las áreas de fumar y no fumar en sus propiedades? Y ya que estamos en eso, ¿quién paga los costos legales de aquellos que optaron por ampararse?

Pero el trasfondo del problema es aún más grave. Fumar es nocivo para el que lo hace, y hasta cierto punto (que se ha exagerado) para aquellos que están alrededor. Pero lo mismo se puede decir de muchas de las cosas que hacemos a diario. El tabaquismo es un problema de salud, y de educación. No se puede tratar como un problema policiaco -¿quién en su sano juicio puede afirmar que una persona deba de ser arrestada o pagar una multa de varios miles de pesos sólo por olvidar que ya no puede encender un cigarro en un lugar en el que antes podía hacerlo? Aparte de Marcelo Totalitariamente Palacio Ebrard, dudo que alguien pueda hacerlo.

Y lo mismo se puede decir del alcohol y de las drogas. Y de los automóviles. Y de la comida. Y del sexo. Y de una larga lista de cosas que los humanos solemos hacer por infinidad de razones que incluyen el mantenernos vivos, reproducirnos, llevar una vida más o menos decente y productiva, y pasar un buen rato. Si cualquier cosa que pueda ofender al vecino debe ser prohibida, no tardaremos en llegar al punto de que las ideas sean incluidas en ese conjunto.

Otra cuestión es la que se relaciona con el derecho a la propiedad, y es un perfecto ejemplo de como el poder del estado es completamente innecesario en una problemática de este tipo. El dueño de un restaurante decide que en su propiedad se permite fumar. Sus clientes utilizarán su propio juicio para decidir si quieren ir a comer ahí. Si lo hacen, lo harán con el conocimiento de que estarán acompañados de gente que fuma. Si son fumadores, no tendrán ningún problema. Si no pueden soportar el humo del cigarro, podrán encontrar algún lugar cuyo dueño no permita fumar. Y si no fuman pero aceptan voluntariamente ir a cenar aunque quizás tengan que tolerar a algunos fumadores, lo harán conscientes de su decisión. Si esto no afecta a su negocio, el restaurantero estará contento. Si, por el contrario, la clientela disminuye, entonces el restaurantero quizás cambie de opinión. Y todos felices. ¿En algún momento fue necesario que un burócrata entrara a escena para ordenarle al restaurantero o a sus potenciales clientes qué hacer? No. El simple mecanismo del libre mercado resolvió la situación, o al menos la llevó a un punto aceptable para todos.

Un gobierno que se encarga de cuidarnos hasta el punto de no conformarse con decirnos qué hacer con nuestros propios cuerpos, sino emplear la coerción para hacernos adoptar su opinión, está pisando nuestra libertad individual y nos está convirtiendo en niños. La libertad individual implica responsabilidad individual, y comprender ambos conceptos es lo que nos hace personas maduras.

La vida y la libertad implican riesgos. El mundo no es un laboratorio, no es un ambiente controlado en el que podamos esperar no correr ningún tipo de peligro. Y la vida también implica interactuar con nuestros semejantes -y a muchos de ellos no les va a gustar lo que nos gusta a nosotros. Pero para eso somos capaces de comunicarnos, de dialogar, de llegar a acuerdos, de resignarnos que a veces tenemos que aceptar que los otros a veces hacen cosas que no nos gustan -pero que no nos afectan. Y somos capaces de aprender a perder y a ganar y a aguantarnos el coraje.Y a veces nos tocará salirnos de un lugar al que fuimos voluntariamente por que no soportamos el humo, y mejor ir a uno en donde estén más de acuerdo con nuestras ideas y gustos. Esas son cosas que hacen los adultos, y que son mucho más eficientes a la hora de resolver conflictos como el que puede causar el humo de un cigarro.

¿Parece difícil?. Tal vez, pero la otra alternativa es darle al gobierno la capacidad de utilizar el chantaje, la amenaza e incluso la fuerza en contra de nosotros.

Y ya que estamos en eso, la ley antitabaco del DF contempla, desde luego, las denuncias ciudadanas. El motivar a la gente a convertirse en vigilante de sus vecinos es una de las tácticas más mezquinas que inventaron los gobiernos totalitarios del siglo pasado.