Si deseas con todas tus fuerzas que los gurús dejen a la Mecánica Cuántica en paz, el Universo no va a mover un dedo . . .

Hace ya casi un par de años llegó a nuestro país el pseudo-documental What the $#%& do we know? (Creo que aquí se llamó ¿Y tú qué carajo sabes?, o algo así), que hizo las delicias de chicos y grandes con un mensaje de superación personal por medio de la “creación de tu propia realidad”, respaldado con manipulación de la información histórica, dudosos testimonios científicos, entrevistas editadas maliciosamente y sobre todo, una gran serie de mentiras sobre la física cuántica . Tal película fue un éxito, y aún es muy vendida en librerias, tiendas de discos, y el puesto pirata de su preferencia. Incluso logró generar suficiente momentum para que JZ Knight/Ramtha y el Dr. Masaru Emoto vinieran a dar conferencias a la Ciudad de México.

(Por cierto, en caso de que se lo estén preguntando, Ramtha es un espíritu de 35 mil años de edad, proveniente de Lemuria, y que es canalizado por JZ Knight. Nunca es inoportuno recordar este pequeño dato).

Pues bien, hay un nuevo pseudo-documental pseudo-filosófico pseudo-científico a la vuelta de la esquina. The Secret es una producción australiana que si bien fue estrenada de forma limitada y por internet hace ya casi un año, poco a poco comienza a hacer ruido en Estados Unidos, al grado que ha recibido apoyo de personajes como Ophra Winfrey y Larry King. Incluso estuvo en las listas de popularidad de Amazon en diciembre, y su versión en libro apareció en la lista de Best Sellers del New York Times.

Con esos antecedentes, es casi seguro que lo veamos por acá en poco tiempo.

¿De qué trata The Secret? Pues es la actualización del viejo mito de la “ley de la atracción”: obtener las cosas pensando –con todas tus ganas- en ellas. Si quieres algo (dinero, una casa, mujeres, la paz mundial. . . ), piensa con todas tus fuerzas en aquello que deseas y lo recibirás: tus pensamientos se convierten en cosas. Pero también funciona a la inversa, ya que si piensas de forma negativa, entonces cosas malas te pasarán: si vas caminando por la calle ocupándote de tus propios asuntos y te cae un meteorito encima, es tu culpa por tener malos pensamientos.

Es la misma idea que conforma el núcleo de los antiquísimos y todavía editados libritos de Metafísica en 41, y las obras de Paulo Coelho, muy populares en los países de nuestra región.

La película en cuestión muestra entrevistas y testimonios de verdaderos pesos pesados en el área de la psicología pop. Entre muchos otros John Hagelin, físico teórico y tres veces candidato a la presidencia de E.U. por el Partido de la Ley Natural del Maharishi Mahesh, John Gray, el autor de Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus, Neale Donald, autor de Conversaciones con Dios (que ya también tiene su película, destrozada por la crítica), Esther Hicks, motivadora y médium quien afirmó que los víctimas de los ataques del 11 de septiembre no eran víctimas, sino co-creadores de la tragedia, y Fred Alan Wolf, físico quien también apareció en What the $#%& do we know?

Pura gente fina. Estos personajes son llamados nuevos maestros en The Secret. Pero también hay algunos antiguos maestros: el filme asegura que los logros de Martin Luther King, Aristóteles, Newton, Einstein, Winston Churchill, Andrew Carnegie y muchos otros son precisamente consecuencia de que ellos conocían el secreto de la ley de la atracción.

Es una lástima que el hombre que sentó las bases de la lógica no esté vivo para defenderse.

Pero resulta que detrás del secreto la dichosa ley, hay un más grande secreto, que sólo recientemente ha sido descubierto. ¿Cuál es el secreto de The Secret entonces? Que la ley de la atracción es nada más y nada menos consecuencia de la mecánica cuántica. ¿Les suena familiar? No es todo, el filme va más allá y explica la «ley de la atracción» por medio de nada más y nada menos que la teoría de cuerdas. En el caso de la teoría de cuerdas la palabra teoría es utilizada en el sentido coloquial de la palabra, ya que de momento no ha sido probada experimentalmente.

Ya he tratado, un tanto superficialmente, el tema del abuso de la cuántica por parte de charlatanes de las más diversas denominaciones. Autores con más conocimientos lo han tratado con más capacidad –y seriedad-, como por ejemplo aquí.

El hecho de que la teoría de cuerdas y la teoría cuántica se oponen una a la otra en muchas cuestiones, y que aún no ha sido posible probar experimentalmente la primera parece no importar mucho a los creadores de The Secret, quienes utilizan ambas, pasando por alto sus contradicciones, para darle legitimidad científica a sus doctrinas.

Pero dejaré de lado la parte científica del asunto, y pasaré a lo que más me parece importante del asunto.

Muchas personas hablan de lo bueno que es tener una actitud positiva, y de lo malo que es tener una actitud negativa (por obvio que esto suene). En mi opinión, el pensamiento positivo o negativo lo único que hace es modificar algunas de las muchas variables que están involucradas en lo que pasa cotidianamente. Pensar positivamente en muchos casos puede ayudarnos a tomar mejores decisiones o a trabajar más duro para lograr nuestras metas. Pero una actitud positiva no nos va a salvar de accidentes, ni de las consecuencias de las acciones de otros. Triste pero cierto.

Y eso es lo más negativo no sólo de este filme, sino de esta corriente de pensamiento que permea en muchos ámbitos de nuestra sociedad. El lugar común de que si deseas algo con todas tus fuerzas, el universo conspirará para que lo obtengas suena muy bonito para muchas personas. Pero como en todo en el postmodernismo newagero, basta rascar un poco el atractivo y bonito exterior para descubrir que el interior es hediondo, desagradable y enfermizo: pensar que basta con desear las cosas para obtenerlas a la larga elimina lo que en verdad se necesita para hacerlo.

Si este tipo de doctrinas se limitara estrictamente al ámbito de las creencias, probablemente no estaría escribiendo esto. Sin embargo, cuando los autores de este tipo de propaganda recurren a la ciencia para darle sustento a sus doctrinas con la finalidad de venderlas al primer incauto, cruzan la línea entre la libertad de creer y el simple fraude.

Como muestra de esto último, y pasando de lo filosófico a algo más práctico, es lo que Michael Bernard Beckwith, director del Agape International Spiritual Center afirmó respecto al poder curativo de la ley de la atracción: he visto riñones regenerarse, he visto al cancer disolverse. Rhonda Byrne, productora del filme, afirmó: si te estás sintiendo bien, ¿cómo es posible que atraigas una enfermedad?

Si un yo escribiese un libro llamado Cómo curar huesos rotos y encontrar el amor con la Gravedad Cuántica de Bucles y me forro de billetes, lo haría con un considerable esfuerzo intelectual (asi es, se necesitan hartas neuronas para mentir), financiamiento -con todo lo que implica obtenerlo-, un bien pensado plan de negocios, pocos escrúpulos y algo de suerte. Definitivamente, mucho más que buenos pensamientos.

Y lo mismo aplica para todo aquel que busque vender tal idea: todos los Deepaks Chopras del mundo logran su éxito aprovechándose de la buena fé y falta de pensamiento crítico de las personas. No de pensar positivamente.

Asi que, si un dia de estos les invitan a una proyección de The Secret, ya saben a lo que van. No digo que no lo vean (¿quién es un servidor para hacer tal cosa?), pero recuerden que todas las frases y anécdotas bonitas de las que dependen los gurús de la New Age tienen un lado muy, muy feo. Y muchas veces peligroso.

Y si quieren ver un pseudo-documental más educativo y con más información factual que The Secret, váyanse a ver Borat. Aprenderán y se reirán mucho más.