«Legalmente, no se supone que debemos decirlo, pero puede fulminar cualquier enfermedad»
Esas son las palabras que Sygrid Myers le dirigió a un reportero que visitó su clínica de Tulsa, Oklahoma en 2005, después de la muerte de una de sus pacientes, una mujer de 59 años de nombre JoAnn Burgraff. En realidad una masajista, Myers había tratado a Burgraff durante un año con un máquina del tamaño de una caja de zapatos de la que salían electrodos que se sujetaban a su frente, muñecas y tobillos, y que a su vez se conectaba a una computadora personal. El dispositivo era, supuestamente, capaz de detectar y curar una buena cantidad de enfermedades. Sin embargo, no detectó la leucemia que al final le costó la vida a la señora Burgraff.
El dipositivo en cuestión se trataba de un EPFX (Electro Physiological Feedback Xrroid, o Xrroid de Bio-retroalimentación electrofisiológica). Dependiendo de la versión, también se le conoce como QXCI (Quantum Xrroid Consciousness Interface), y sobre todo como SCIO (Scientific Consciousness Interface Operation). Recientemente, un dispositivo conocido como LIFE System ha aparecido en escena, fabricado y promovido por un antiguo socio del inventor de el aparato, un excéntrico sujeto de nombre William Nelson.
Pero, ¿quién es William Nelson? Si hacemos caso a su currículum (PDF) y a las muchas biografías que se pueden encontrar en internet, Nelson es la mente más brillante de nuestra época: portador de ocho doctorados en las más diversas áreas -desde la medicina hasta el derecho internacional, pasando por la ingeniería y la física cuántica-, inventor -en plena adolescencia- del dispositivo de navegación que permitió traer de regreso a la Tierra a los astronautas de la fallida misión Apolo 13. Pese a su talento para las Matemáticas y la Ingeniería, y por instrucción directa de Dios, se dedicó a reescribir la Biología Molecular, convirtiéndose en pionero en la aplicación de la mecánica cuántica en la medicina. También es una autoridad mundial en campos tan diversos como la homeopatía, la educación y la filosofía oriental. Además, bajo la identidad de su alter ego, Desiré Dubounet, es un exitoso productor de cine y cantante.
Un verdadero hombre del Renacimiento, pues. Según sus seguidores -y es que tiene una red de ellos que raya en lo sectario- ha sido nominado en numerosas ocasiones para el premio Nobel de Medicina.
Desde luego, mal haríamos en creernos las credenciales del señor Nelson sin indagar un poco, si acaso sólo como precaución en caso de que haya alguna pequeña exageración en ellas.
No es inusual leer o escuchar que curanderos, ufólogos y expertos en tal o cual superchería afirman trabajar o haber trabajado para la NASA, y hay una razón para ello: la NASA delega muchas de sus tareas a empresas privadas, y no faltan los empleados de estos contratistas que lo aprovechan para estirar un poco la verdad y decir que han trabajado para la NASA. Aclaración un tanto ociosa, pues aunque hubiesen participado directamente en el programa espacial, ello no le da validez a sus argumentos.
Los títulos y doctorados que afirma tener los podemos dividir en dos grupos: los que no existen y los que fueron otorgados por instituciones sin acreditación, como la desaparecida Lafayette University, identificada a finales de los ochentas por agencias federales de Estados Unidos como una organización fraudulenta que otorgaban títulos sin validez a cambio de dinero. Nelson también recibió títulos de la American Nutrimedical Association, una organización que operaba de la misma forma y de la cual además fue presidente. Otra cosa que habría que tomar en cuenta es que es imposible encontrar en la literatura médica un sólo trabajo de su autoría.
Y su talento artístico no lo discutimos. No por que sea algo subjetivo, sino por que hacerlo implicaría someter nuestros ojos y oidos a un terror indescriptible. Si el lector aún insiste en formarse una opinión, puede darse una vuelta por el canal de YouTube de su banda, que está hecho del mismo material con el que se hacen las pesadillas.
Lo que en realidad sabemos de William Nelson es que durante los ochentas, mientras trabajaba medio tiempo como profesor de Matemáticas en Colorado, inventó la primera versión de su máquina prodigiosa: el EPFX. Fundó una compañía, de nombre Eclosion, y solicitó ante la FDA (agencia que regula la fabricación y venta de medicamentos, alimentos y dispositivos médicos) la autorización para comercializar su invento. Dicha solicitud se hizo declarando que el EPFX se trataba de un dispositivo de biofeedback, lo que implicaba que su uso para cualquier otro fin -incluyendo el diagnóstico y cualquier tipo de terapia- sería ilegal.
Desde luego, esa pequeña restricción no fue un obstáculo para Nelson: en la práctica es difícil hacer cumplir ese tipo de regulaciones -no es coincidencia que otros fabricantes de dispositivos similares operen de la misma forma. Al poco tiempo Nelson ya operaba una red de distribuidores y terapeutas promoviendo el EPFX como un dispositivo capaz de diagnosticar y curar enfermedades. Y lo hizo de una forma tan poco discreta que en poco tiempo logró atraer la atención de los reguladores: en 1992 la FDA le solicitó abstenerse de hacer afirmaciones acerca de la capacidad terapéutica del EPFX. Nelson hizo caso omiso a la advertencia, por lo que terminó siendo acusado de fraude. Para el año siguiente ya había huido de Estados Unidos, en donde ahora está considerado como un fugitivo federal.
A partir de ese momento, desde el exilio en Hungría y sin interferencia de las autoridades, construyó un verdadero imperio alrededor de su invento. Tiene distribuidores en más de treinta países, que no sólo se dedican a la comercialización de los dispositivos, sino que también se encargan de la capacitación y certificación de sus compradores, redondeando los ingresos por la venta de máquinas.
A pesar de su calidad de fugitivo, Nelson pudo tomar ventaja (hasta hace poco tiempo) del poco alcance de la FDA: los dispositivos continuaban sido importados por distribuidores de Estados Unidos usando el viejo y comprobado truco de declararlos como equipos de biofeedback.
Como explicamos en la primera parte de esta entrada, el biofeedback es una práctica de relajación que utiliza dispositivos capaces de medir -entre otras variables- la resistencia eléctrica de la piel para determinar que tan excitado o alterado se encuentra uno. Es la misma tecnología que usan los detectores de mentiras: cuando uno está nervioso suda, y eso hace que fluctúe la resistencia eléctrica de la piel. Y en realidad eso es lo que único que pueden medir dispositivos como el EPFX.
Desde luego, una explicación tan sencilla no sirve para venderlo como una máquina que diagnostica y cura casi cualquier cosa. Para eso se necesitan explicaciones rebuscadas llenas de jerigonza pseudocientífica. De acuerdo a un documento que lleva el título de Manual de Conceptos Científicos(PDF), del cual Nelson aparece como autor:
SCIO, (DEL LATÍN SABER), ES UN SISTEMA COMPUTARIZADO QUE VA CONECTADO AL DISPOSITIVO TRANSDUCTOR DIGITAL Y ELECTRODOS DE GRAFITO, (5), AL CUERPO HUMANO PARA RECIBIR SEÑALES BIOELÉCTRICAS QUE SON GENERADAS POR EL MOVIMIENTO ATOMÍSTICO MOLECULAR DE LAS ESTRUCTURAS CELULARES Y/O RECIBE Y RESPONDE A LOS POTENCIALES ELECTROMAGNÉTICOS DE LOS ELEMENTOS QUÍMICOS, BIOLÓGICOS DE COMPUESTOS QUE SE UTILIZAN PARA HACER REACCIONAR ELÉCTRICAMENTE AL CUERPO HUMANO.TAMBIÉN DETECTA LAS ESFERAS EMOCIONALES EN SU INTERRELACIÓN CON EL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL Y PERIFÉRICO, SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO, ENDOCRINO POR MEDIO DE LOS NEUROTRANSMISORES. ESTE CONJUNTO DE SEÑALES BIOELECTROMAGNETICAS LOS DENOMINAMOS REACCIONES A ESTÍMULOS ELECTROFISIOLÓGICOS QUE SON DE NATURALEZA QUÍMICA, BIOQUÍMICA, NOSODES, ALERSODES, HOMEOPÁTICOS, PRODUCTOS FARMACÉUTICOS, QUÍMICOS TÓXICOS, QUÍMICOS NO TÓXICOS, TODOS LOS NUTRIENTES: VITAMINAS, MINERALES, ENZIMAS, BACTERIAS, PARÁSITOS, VIRUS ETC….. TODA LA AMA DEL MEDIO AMBIENTAL E INTERNO QUE EMITEN SEÑALES BIOFOTONICAS Y/O ELECTROMAGNÉTICAS, TODO ESTE MECANISMO QUE NACE Y SE MANIFIESTA POR LA MECÁNICA CUANTICA.
EL SISTEMA SCIO ES A SEMEJANZA DE LA CONEXIÓN BIOCIBERNETICA COMO EL DE LOS SISTEMAS DE NEUROLINGÜISTICOS.
EL SISTEMA SCIO ES EL RESULTADO DE UNA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA EN EL MUNDO DE LA MECÁNICA CUANTICA Y/O BIOLÓGICO – BIOFOTONICO, ESTA INVESTIGACIÓN HA SIDO PLASMADA POR EL DR. WILLIAM NELSON DURANTE 30 AÑOS.
La Mecánica Cuántica es la física de lo muy pequeño: átomos, electrones y demás partículas subatómicas. Y aunque ciertos fenómenos inusuales que ocurren a esa escala han sido (ab)usados para darle credibilidad a ciertas creencias (y ese es un tema que amerita una entrada aparte), hay otra forma más práctica en la que ha sido utilizada por charlatanes para justificarse: apelar a su atractivo como algo novedoso y complejo para legitimar sus tomaduras de pelo.
Cuando nuevos conceptos científicos o tecnológicos son introducidos, es inevitable que los vendedores de remedios milagrosos saquen ventaja de un público poco familiarizado con ellos. Al presentarse como expertos y utilizar un lenguaje rico en tecnicismos, ganan la credibilidad que no pueden obtener por el mérito de sus ideas. El siglo pasado, cuando la tecnología de la radiodifusión era algo nuevo, charlatanes como Albert Abrams construyeron (y vendieron) máquinas que prometian curar a distancia por medio de ondas de radio. En el siglo XIX sucedió lo mismo con el electromagnetismo. Y puedo apostarles una cena a que, en pocos años, palabras como ‘supercuerdas’ y ‘energía obscura’ entrarán al vocabulario de los charlatanes de la salud.
Pero la cuántica no es el único concepto del que se apropia el señor Nelson para ocultar la naturaleza irracional de su teoría. El documento citado está lleno de conceptos científicos y matemáticos utilizados completamente fuera de contexto: biofotónica, transformada de Fourier, fractales, holográfico, subespacio y un largo etcétera, mezclados con conceptos más vagos como conciencia, superconciencia y energía perversa. Y a esta mezcla le agrega conceptos de acupuntura y homeopatía, dando como resultado un inaccesible y a simple vista impresionante fundamento científico.
Pero basta observarlo con detenimiento para darse cuenta de que no es más que jerigonza sin sentido. Es revelador que un documento de ese tipo esté dirigido no a los pacientes, sino a los usuarios del EPFX, quienes suelen ser creer en las explicaciones de Nelson sin un gramo de escepticismo. Eso, o simplemente es un caso más del emperador contonéandose en sus ropajes invisibles.
Los que ofrecen servicios haciendo uso del EPFX/SCIO -que son los que a fin de cuentas tienen la tarea de atraer pacientes- tienen una manera más accesible de explicarlo. De acuerdo al sitio de Conciencia Holística, organización que ofrece ‘consultas’ por medio del SCIO. Las negritas son mías.
La Sanación con el manejo de la Energía Cuántica estimula y armoniza tu sistema energético, sanando y curando casi todas las enfermedades físicas, mentales y emocionales. Por medio de la Sanación con el manejo de la Energía Quántica estimulando y armonizando los centros ganglionares correspondientes al sistema eléctrico conocido como Yin y Yan se logran el alivio, sanación y curación de casi todas las enfermedades.
* La Sanación Físicamente reestructura el Balance de todos los Sistemas. Sistema Circulatorio, Sistema Nervioso, Sistema Óseo, Sistema Muscular, Sistema Endocrino, Sistema Reproductor, Sistema Linfático, Sistema Respiratorio,Sistema Digestivo, Sistema Inmunológico.
* La Sanación, Emocionalmente da un equilibrio permitiendo el flujo y la transformación de las impresiones humana y así poder expresarnos en una atmosfera de Amor Incondicional.
* La Sanación, Mentalmente funciona como un despertar de sugerencias, ideas y motivaciones que ayudan a aclarar conceptos, juicios y creencias erradas.
* La Sanación, Espiritualmente fortalece al ser para que pueda tomar aquellas decisiones que lo coloquen, lo mantengan y le hagan avanzar por el camino de la luz.
Más accesible, si. Pero nunca dije que tuviese más sentido. Pero van más allá, y se esfuerzan para llegar a donde ningún charlatán ha llegado jamás:
Nuestro avanzado Sistema de Biofeedback, Bioresonancia y TENS, trabaja a través del sub-espacio localizando la energía de la persona en cuestión, y de esta forma es posible aplicarle nuestras terapias desde la comodidad de su casa o en donde quiera que usted se encuentre. Para las mentes no científicas esto puede sonar misterioso, poco creíble e inexplicable; sin embargo, gracias a la Física Cuántica y a SCIO (nuestro Sistema) es posible todo esto y con resultados palpables y satisfactorios.
[..]
Te atendemos en cualquier lugar del mundo.
Al nacer imprimimos en el mundo una huella energética única. Así como todas las personas, sin excepción, tenemos nuestro sello Bioquímico único que nos identifica, el cual conocemos por el nombre de ADN, también tenemos nuestro sello Biofísico único, el cual es la energía que conforma nuestro ser. Gracias a nuestro avanzado sistema de Biofeedback y Bioresonancia, SCIO puede localizar su campo energético sin importar la distancia o su ubicación física.
Leyeron bien. Terapias a distancia. Por medio del subespacio. Saquen sus propias conclusiones.
Desde luego, más abajo aclaran que no se trata de un diagnóstico. Y también tienen un aviso en el que aclaran que ellos no hacen diagnósticos médicos, que lo de ellos es el balance y la sanación. Aunque no aclaran cual es la diferencia.
Guiémonos por el simple sentido común: las enfermedades tienen causas y mecanismos de acción muy diversos, y por eso existen métodos igual de variados para diagnosticarlas, prevenirlas y curarlas. Un dispositivo capaz de detectar una cantidad tan grande y diversa de enfermedades tendría que sintetizar una cantidad igual de variada de métodos y tecnologías. El EPFX/SCIO/QXCI es una máquina incapaz de diagnosticar enfermedades. Tampoco puede curarlas -y mucho menos a distancia. La mente detrás de esta máquina no es un científico reconocido: es un mentiroso crónico con un ego descomunal y que opera desde Hungría por que en su país está considerado como un criminal.
Y por si eso fuera poco, su interfaz es espantosa.
Un criminal para el que últimamente no todo ha sido miel sobre hojuelas. A raíz de la investigación publicada por el Seattle Times a finales de 2007, la FDA finalmente tomó cartas en el asunto: en 2008 emitió una alerta de importación que en la práctica prohibe introducir equipos EPFX a Estados Unidos y que fue reiterada en Septiembre del año pasado. En Canadá, nueve días después de que la Canadian Broadcasting Corporation transmitiera un reportaje abordando el tema, la licencia para comercializar el dispositivo fue suspendida por Health Canada, la agencia regulatoria de ese país.
Y mientras autoridades como las de Canadá y Estados Unidos caminan -aunque con pasos tímidos- en la dirección correcta, en nuestro país los negocios siguen sin interrupción para Nelson y sus distribuidores. La IMUNE (International Medical University of Natural Education), organización ‘educativa’ a través de la cual Nelson ofrece cursos y certificaciones en torno al uso del EPFX, celebra con cierta frecuencia congresos en nuestro país, a los que suele acudir Nelson, acompañado de un peculiar elenco de naturópatas, acupunturistas, practicantes de medicina ortomolecular y similares, al que suelen unirse uno o dos ponentes extraídos del talento local.
Incidentalmente, en los congresos realizados en Cancún, en 2008, y en Acapulco el año pasado, uno de los ponentes fue nada más y nada menos que un viejo conocido de este blog: el doctor Cuauhtémoc Hernández Maya.
Creo que ahora entiendo el porqué de lo extenso y vehemente de sus comentarios.
Por lo general, las personas que ofrecen servicios de diagnóstico y terapia basados en dispositivo como el EPFX, el Pap-Imi o los sistemas de medición de meridianos no tienen preparación formal en el área médica. En otros casos se trata de médicos de verdad que por alguna razón deciden echar por la borda la ética profesional y sacar ventaja de lo aparentemente maravillosos que resultan estos aparatos.
Al final las credenciales de la persona que ofrece diagnosticar y curar con estas máquinas son algo secundario. El hecho es que estos dispositivos no sirven para diagnosticar enfermedades. Y mucho menos pueden curarlas. Y aunque por si mismos usualmente son inofensivos, en realidad representan un severo riesgo para los pacientes.
En el mejor de los casos, sus diagnósticos imaginarios le permitirán al terapeuta (a falta de mejor palabra) venderle al paciente curas igualmente imaginarias. El paciente, que paga con dinero no imaginario, sale perdiendo.
Pero estamos hablando de salud. Someterse a un ‘tratamiento’ basado en una de estas máquinas milagrosas implica invertir tiempo y dinero que pueden hacer mucha falta cuando se está lidiando con una enfermedad de verdad.
Las personas que afirman curar con estas máquinas suelen presentarse como sanadores que comprenden a sus pacientes. Hablan de balance, de naturaleza y de amor.
Pero en el fondo no hacen otra cosa que aprovecharse (a veces sin darse cuenta: algunos están muy bien adoctrinados), de la preocupación -y muchas veces de la desesperación- de personas quizás poco informadas, pero a fin de cuentas inocentes.